sábado, 5 de junio de 2021

Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.... Calderón de la Barca

 


Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) da el segundo impulso a la revolución teatral del siglo XVII, incorporando a la escena los recursos básicos del estilo barroco: los juegos conceptistas, las metáforas gongorinas y su solemnidad sintáctica. Su técnica, que subordina todo a un motivo central,  y una complicada escenografía siguen también los principios barrocos. Con ellos, consolidando las líneas fundamentales de Lope, acuña una nueva fórmula de producción teatral que gozó de enorme popularidad.

Aquí tenéis un vídeo introductorio sobre su vida y su obra

 Si en Lope hemos encontrado una ingente obra dramática, de invención apresurada y espontánea naturalidad, Calderón presenta menos producción, más meditada y reflexiva, con una artificiosa expresividad formal. Lo que en Lope eran elementos populares es en Calderón aristocratismo y elementos morales. La finalidad estética y lúdica de Lope es en Calderón dramatización artística con propósito educativo.

 Hombre de sólida formación intelectual, su concepción del mundo es matizadamente pesimista. Su visión desengañada de la vida tiene sus raíces en la Biblia, en la filosofía estoica de Séneca, en San Agustín, Santo Tomás de Aquino y la teología contrarreformista. Al igual que otros escritores del Barroco, Calderón concibe el mundo como una feria de vanidades y a los seres humanos como personajes de ficción de una obra de teatro. Sin embargo, para Calderón, la existencia humana, pese a su levedad, ni viene de la nada ni está abocada irremediablemente a ella tras la muerte. Dios la justifica y llena de dignidad y esperanza. Así, el sentido trascendente de la existencia libera al hombre de los dos sentimientos que más le angustian: el de la culpa por haber nacido —el de su origen— y el de la muerte. Además de los grandes problemas existenciales que plantea su teatro, algunos de los valores (como el honor) por los que se regía la sociedad española del siglo XVII tampoco escapan a la mirada crítica de este dramaturgo.

 En esta  página del Centro Virtual Cervantes podéis encontrar datos biográficos, un análisis de su producción dramática y un excelente trabajo en el que se relacionan diversos fragmentos de la obra de Calderón con pinturas de la época.

              Calderón versus Lope: características del teatro calderoniano



Calderón parte de una tradición teatral riquísima. Su tarea consiste en desarrollar al máximo las posibilidades contenidas en la comedia de Lope de Vega, hasta conducirla a su plenitud. Con razón se ha dicho que el “arte” de Lope de Vega se hace “ciencia” con Calderón. Mientras que el lenguaje dramático de Lope resulta natural y espontáneo, el de Calderón es más elaborado y artístico, y su arquitectura teatral, más sólida. Por otra parte, frente al teatro de Lope, enraizado en el popularismo y las costumbres españolas, el de Calderón tiene una proyección mayor: es más aristocrático, pero, a la vez, más universal por los temas que trata.

 El sentido del orden, la estilización y la intensificación son las notas más características del teatro de Calderón:

El ORDEN se hace patente en la rigurosa claridad de la estructura de planteamiento, nudo y desenlace de los conflictos dramáticos, así como en la disposición piramidal y emparejamiento antitético de los personajes secundarios, subordinados al protagonista. Este afán de orden se evidencia también en aquellos personajes que, atormentados, pero reflexivos, luchan por sobreponerse al caos de su existencia y a los antagonismos y pasiones que interiormente los desgarran. Los monólogos, tan frecuentes e importantes en sus comedias, constituyen el cauce formal elegido por Calderón para expresar este íntimo anhelo.

La ESTILIZACIÓN viene dada por la simplificación de la trama y la reducción de personajes. Como consecuencia de esta, los personajes aparecen mucho más perfilados e individualizados que los característicos “tipos”, con una hondura psicológica y una complejidad antes desconocidas.

La INTENSIFICACIÓN se advierte en la densidad de los conflictos que atenazan a los protagonistas, abocados siempre a una situación límite y de difícil salida.

La suma de orden, estilización e intensificación dan como resultado un teatro en el que la introspección prevalece sobre la acción.

 Temas y obras de Calderón

Calderón, dramaturgo menos fecundo que Lope de Vega, escribió ciento veinte obras de teatro entre comedias, autos sacramentales, entremeses, loas y jácaras. Sus representaciones exigían un gran despliegue escenográfico (tramoyas, decorados, luces y música), lo que llevó a la escena barroca a una gran complejidad. La Biblia, la mitología grecolatina, la historia, las leyendas y las costumbres son las principales fuentes a las que acude para tratar sus temas preferidos (filosóficos, religiosos, históricos, honor, amor, celos…). Las obras de Calderón se han clasificado según la siguiente tipología:

Dramas de historia y leyendas españolas

Es especialmente relevante la obra El alcalde de Zalamea. En este drama histórico, en el que se escenifica un conflicto entre la sociedad civil y el estamento militar, Calderón trata el honor desde una perspectiva diferente. Pedro Crespo, villano y alcalde de la localidad extremeña, encarna el honor de un modo digno. Los rasgos del protagonista son el equilibrio, la madurez, el amor a los suyos, la plena conformidad con su puesto en el mundo. Para él, el honor es una virtud del alma ligada con la dignidad del hombre. La violación de su hija Isabel por el capitán don Álvaro de Ataide (alojado en su casa) exige la muerte de este como castigo, venganza que se cumple y que es sancionada por el rey al final de la obra. A la figura del militar indigno, Calderón opone la de otro militar justo y honesto, don Lope de Figueroa.

Dramas teológicos

Son representativos La devoción de la cruz; El príncipe constante y El mágico prodigioso. En los dos primeros se plantea el problema de la salvación eterna. El tercero presenta el modelo de caballero cristiano, movido por el honor y la fidelidad a la patria y a la religión.

Dramas filosóficos

El más representativo es La vida es sueño (1635). En este drama filosófico, una de sus obras maestras, de gran carga simbólica, se dan cita el ansia de libertad y la rebeldía violenta, el miedo al destino, la pasión y la venganza, la justicia y la sinrazón. La obra responde a la idea del desengaño barroco, es decir, la inconsistencia de la vida, la transitoriedad de lo terreno, la influencia de la educación en la conducta de las personas, la fuerza de la voluntad frente al destino. Calderón hace aflorar en su obra más trascendental las experiencias más radicales de la condición humana (la libertad, el amor, el poder, la injusticia, la educación); al tiempo que defiende en la escena la tesis contrarreformista católica del libre albedrío frente a la predestinación protestante, nos hace reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la misteriosa oposición realidad/sueño y defiende una tesis ética: “que aun en sueños / no se pierde hacer el bien”.

 Según Francisco Ruiz Ramón, cuatro son los ejes semánticos estructurales que configuran la acción de La vida es sueño:

El conflicto libertad/destino.

El metafórico de “la vida es sueño”.

El ético de “vencerse a sí mismo”.

El del poder político.







Comedias de costumbres

Forman el grupo más numeroso de la producción dramática de Calderón. Las más notables son las llamadas comedias de capa y espada. Todas estas comedias, muy variadas en su trama, tienen sin embargo una estructura idéntica: el amor es la pasión dominante y los personajes son un caballero noble, valiente, rendido a los pies de una dama a la que adora; la dama es soltera, huérfana de madre, sometida a la tutela de su padre, hermano o tutor; también aparecen un gracioso y la criada de la dama. Además, para que el enredo sea posible, existen otros personajes entre los cuales se entretejen equívocos y rivalidades. Obras que pertenecen a este grupo son La dama duende; Casa con dos puertas, mala es de guardar y Antes que todo es mi dama.

Los autos sacramentales

Calderón escribió alrededor de setenta autos sacramentales y llevó a la plenitud este género, aportándole una mayor densidad teológica, una construcción más exigente, un lenguaje alegórico de gran riqueza poética y una fastuosa escenografía. Sus autos sacramentales gozaron de una enorme popularidad. Además de La cena del rey Baltasar y La devoción de la misa destaca especialmente El gran teatro del mundo, su obra maestra, en la que Calderón representa la vida como un teatro en el que Dios reparte los papeles de la vida a una serie de personajes, que deberán representar una única función, sin ensayar, tras la cual deberán rendir cuentas.

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