Volvemos a retomar la poesía, esta vez de la mano de nuestra
compañera Eva Martínez, profesora de lengua y literatura española que ha elegido un poema
de Emilio Prados (Málaga, 1899- Ciudad de México, 1962).
"En este recién estrenado 2021, el Centro Andaluz de las Letras lo ha elegido poeta del año para otorgarle el merecido reconocimiento del que aún su obra y su
persona no han disfrutado. Nosotros nos queremos unir a este propósito con la lectura de su
poema "Rumor de espejos", del libro Río natural (1957), en el que Emilio Prados lleva a cabo un ejercicio de
introspección, de autoconocimiento, a través del sueño, como proceso
interiorizador que consideró necesario en muchos momentos de su vida para
recrear su subconsciente como motor de su poesía"
RUMOR DE ESPEJOS
El cuerpo en que yo vivía
nunca supo de mi cuerpo.
Nada preguntó por él
y de mí salió sin verlo.
Llegó a una fuente. En sus aguas
vio la flor azul del cielo:
-Di, ¿Cómo te llamas, flor?...
-Nombre soy de tu silencio.
Nada entendió. Subió al monte
de la soledad. El viento,
se desnudaba en la cumbre
de Dios, todo su misterio.
-Di, viento: ¿Cuál es tu nombre?...
-Nombre soy de tu silencio.
Y dos águilas volaron,
resbalando, hasta mi sueño.
Siguió mi cuerpo tras ellas,
olvidándose en su vuelo,
de sí mismo, y nuevamente
entró en mí, sin yo saberlo.
¿Y está en mí?... (Busco su nombre;
pero al buscarlo, me pierdo
dentro del mundo que trajo
mi cuerpo hasta mi silencio.)
«¿Lleno de ti mismo estás
y buscas nombre a tu cuerpo?»,
siento que un rumor me canta,
quebrando, en mí, dos reflejos...
Llamo en él y en él estoy.
Salgo de mí y en él entro...
¡Aún no conozco mi nombre
pero sé que lo navego!
EMILIO PRADOS, el poeta de la sonrisa clara.
"Emilio era muy guapo y tenía una sonrisa con unos dientes preciosos.
Cuando lo volví a ver en México en 1947 (...) estaba triste, mal vestido,
pero seguía fiel a sí mismo en su bondad y en su firmeza
moral".
Con estas sentidas palabras, Isabel García Lorca, hermana pequeña del
célebre poeta Federico García Lorca, recordaba la fidelidad del poeta
malagueño del 27 a sus principios, a pesar de la crisis emocional que tuvo
que soportar por causa del exilio que afectó a él como a tantos otros
españoles que padecieron la Guerra Civil.
Su compromiso con la República lo quiso dejar bien claro en
distintos momentos de su vida, como en 1937 cuando colaboró en la edición
del Romancero general de la guerra de España y
participó en el Congreso Internacional de Escritores para la
Defensa de la Cultura o en numerosas publicaciones, como El llanto subterráneo (1936), Llanto en la sangre. Romances 1939-1936 (1937) y Cancionero menor para los combatientes (1938).
Las familias Prados-Lorca se conocían desde que en 1912 Emilio y
Federico coincidieron en Málaga y luego en la Residencia de Estudiantes de
Madrid, donde los dos jóvenes estrecharon aún más su amistad durante
aquellos años de fructífero intercambio artístico con otros destacados
creadores del momento, como Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla, Luis
Buñuel, Salvador Dalí y demás componentes del Grupo del 27. Tras la muerte
de Federico, Emilio publicó un merecido homenaje a su amigo, del que es un
ejemplo notable su poema "Llegada" en el que el malagueño expresaron insistencia su incredulidad por tan
inesperado suceso:
¿En dónde estás, Federico?
Yo este rumor no lo creo.
Yo este
rumor no lo creo.
¡Cómo me duelen las balas
que hoy circundan tu
recuerdo!
¡Cómo me duelen las balas
que hoy circundan tu
recuerdo!
No obstante, su estancia en la Residencia de Estudiantes se vio
truncada por una grave enfermedad pulmonar que le obligó a trasladarse a
un sanatorio de Suiza. Una vez recuperado, desde allí marchó a Berlín y
Friburgo para completar su formación universitaria.
De vuelta a España, en el terreno literario, fue imprescindible su
labor como impresor en la revista literaria Litoral que
fundó en su tierra natal en 1926 junto a otro poeta malagueño del grupo,
Manuel Altolaguirre, a los que más tarde se unió José Mª Hinojosa. Su
labor al frente de esta publicación fue decisiva para difundir la creación
poética de sus compañeros en esos años en que se fundía la tradición
poética española más popular y pura con las corrientes vanguardistas
provenientes de Europa, en especial de Francia. Emilio Prados era lector
habitual de las revistas francesas que informaban de todas las novedades
artísticas y se interesó especialmente por el surrealismo.
AQUÍ puedes leer algunos de sus poemas.