¿Qué es un mito?
Un mito ( del griego μῦθος, mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que se refiere a acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos, los cuales buscan dar una explicación a un hecho o un fenómeno.
Un mito
es una narración fabulosa que relata el origen de los elementos
más importantes para una cultura. En este tipo de narración, los protagonistas
son dioses o héroes. A diferencia de los relatos puramente fantasiosos, los
mitos se originan en las creencias religiosas de
una comunidad y, por eso, nos dicen acerca del modo en que una cultura
considera el mundo natural y social que la rodea.
Todas las
civilizaciones han atravesado un momento de su historia que es anterior al
desarrollo del pensamiento racional y científico, y han buscado respuestas a
sus temores, sus desconciertos y sus esperanzas a través de relatos que
procuraban explicarlos.
De ese modo
han creado historias que, hoy día, nos deslumbran con su belleza, como el mito
griego que explica la sucesión de las estaciones a lo largo del año.
Según ese
relato, Hades, el dios de los muertos, se había enamorado de la joven Perséfone
y la llevó con él a su palacio en
el mundo subterráneo. Pero esta acción planteó un grave problema: la madre de
Perséfone era Deméter, la diosa de la agricultura.
Desesperada
por la desaparición de su hija, Deméter cayó en una enorme tristeza, se aisló
en una montaña y, en su ausencia, la tierra dejó de dar frutos. Zeus, el rey de
los dioses, no pudo soportar esa desolación y envió a su hijo Hermes para que
convenciera a Hades de dejar libre a
la muchacha durante una parte del año. Por eso, decían los griegos, tenemos
seis meses en que la tierra está triste y no da frutos, y otros seis en los
que, al volver Perséfone con su madre, la tierra se alegra y florece.
Al principio,
los mitos estaban ligados a ritos de tipo religioso.
¿Cómo surgieron los mitos?
En su origen,
los mitos son relatos anónimos. No sabemos quién fue el primero en contar un mito,
porque los mitos pertenecen al alma de un pueblo.
Otra
característica de los mitos es que las acciones que narran se ubican en un
tiempo indefinido y en lugares poco precisos. Surgen porque todos los pueblos,
en algún momento de su historia, sintieron la necesidad de explicar el
universo, los orígenes de la Tierra, de su gente, de sus costumbres y
tradiciones, y también los fenómenos naturales.
Muchas
civilizaciones de distintos lugares del mundo y en diversos momentos históricos
buscaron explicar los mismos hechos, sucesos o fenómenos por medio de los
mitos. Por eso, no debe extrañarnos que culturas tan diferentes como la griega,
la egipcia o la maya, entre muchísimas otras, hayan creado relatos míticos que
explican, por ejemplo, la sucesión de las estaciones a lo largo del año. Y
tampoco debe sorprendernos que esos relatos no sean iguales: cada cultura, cada
civilización, elaboró sus propios mitos siguiendo sus creencias y su modo de
entender el mundo, y los adecuó a aquello que es creíble para los integrantes
de cada comunidad en particular.
Para
nosotros, los mitos hoy por hoy pueden ser tomados como pura fantasía porque
nos presentan hechos y personajes sobrenaturales; sin embargo, es importante
recordar que, para las civilizaciones que les dieron origen, narraban historias
que se consideraban verdaderas: cada pueblo necesitó comprender su entorno, su
naturaleza, para poder sentirse más
seguro, y los mitos colaboraron para que eso sucediera.
Los mitos griegos
La mitología
griega comprende el conjunto de mitos pertenecientes a los antiguos griegos —un
pueblo cuyos orígenes se remontan a aproximadamente 1.200 años antes de Cristo
y alcanzó su esplendor en el siglo v antes de nuestra era— y que fueron
reelaborados por la civilización
romana cuando invadió Grecia e incorporó gran parte de su cultura y su religión.
Esos mitos cuentan historias de dioses y de
héroes, relatan el origen del mundo y explican, también, fenómenos naturales.
Los dioses de la mitología griega tenían figura humana y
personificaban las fuerzas del universo; por ejemplo, el rayo, la furia del
mar, el misterio del mundo subterráneo, el amor y la discordia.
Al igual que
los hombres, los dioses a veces tenían un estricto sentido de la justicia y
otras veces eran vengativos o celosos. Los humanos solían solicitarles el favor
de sus poderes y, para obtenerlo, sacrificaban bueyes o corderos. Sin embargo,
esos sacrificios no eran siempre
efectivos, ya que los dioses griegos se comportaban de manera muy caprichosa.
Al igual que
lo sucedido con otras culturas, los mitos griegos comenzaron siendo de
tradición oral —es decir, se contaban de padres a hijos— y,
por lo tanto, nunca se transmitían exactamente de la misma
manera. Cada vez que alguien contaba una de esas maravillosas historias
podía agregarle algún detalle o quitarle algún otro; pero siempre
los personajes, la historia y el sentido general del mito mantenían la
esencia de su origen.
Con el correr
del tiempo y la aparición de la escritura, los mitos fueron
incorporados a diversas obras literarias. Así llegaron a nuestros días
y de ese modo podemos conocerlos y seguir disfrutando de ellos.
Entre las
obras más importantes inspiradas en los mitos griegos se encuentran
la Ilíada y la Odisea —dos
poemas épicos atribuidos a Homero—, la Teogonía
y Trabajos y días —dos
poemas didácticos escritos por Hesíodo—,
y las tragedias compuestas por Esquilo, Sófocles y Eurípides.
En el mundo romano, la obra fundamental es el extenso poema llamado
Las metamorfosis, de Ovidio.
Desde el Olimpo
El monte
Olimpo es una de las mayores elevaciones de Grecia. Según la
mitología, en la cima de ese monte vivían los principales dioses, que
por ese motivo se conocían con el nombre de dioses olímpicos.
Los dioses
olímpicos eran: Zeus, Hefesto, Atenea, Apolo, Hermes, Artemisa,
Poseidón, Eros, Afrodita, Ares, Dioniso, Hades, Hestia, Deméter y
Hera.
Los griegos
habían elaborado muchas fantasías acerca de cómo era el hogar
de los dioses. Se lo imaginaban como una mansión grandey espaciosa,
donde los dioses formaban una sociedad que estaba organizada en
función de la autoridad mayor, que era la del dios Zeus.
Zeus (Júpiter
para los romanos) era el dios del cielo y del rayo: junto a su esposa
Hera (la Juno romana) gobernaba a los dioses del monte Olimpo como
si fuese un gran jefe al que todos acudían. Su hermano Poseidón (el
Neptuno de los romanos) tenía poder sobre los mares y Hades (el Plutón de los romanos)
reinaba sobre el mundo subterráneo. Eros (Cupido)
y Afrodita (Venus) eran las divinidades del amor; Ares (Marte),
el dios de la guerra; Atenea (Minerva) era también una diosa
combativa que representaba la sabiduría y protegía las técnicas; su hermano Apolo
simbolizaba la claridad del Sol y sus atributos eran el arco y la
lira; Artemisa (Diana) era la protectora de la vida silvestre y se la
relacionaba con la Luna, y Hermes (Mercurio) era el guardián del comercio
y el mensajero de los dioses. Hefesto (Vulcano) era el herrero de
los dioses, mientras que Dioniso (Baco) era el dios del vino.
Dioses, héroes y mortales
Los dioses
olímpicos eran seres inmortales y todopoderosos. Su bebida era el
néctar y su comida, la ambrosía,
sustancias exquisitas relacionadas
con la inmortalidad. Tenían forma humana y sus sentimientos eran
similares a los de los seres humanos. Sentían envidia, amor, celos,
ira, alegría, y reaccionaban como puede reaccionar cualquier mortal: se
enojaban, planeaban venganzas, ayudaban a sus favoritos, hacían sufrir
a aquellos con quienes se enojaban, se peleaban, se
enamoraban, discutían y se reconciliaban. A diferencia de los seres humanos, los
dioses del Olimpo poseían el don de la belleza y la juventud eterna;
podían llegar a sufrir, pero jamás morían. A menudo se
presentaban ante los mortales asumiendo “disfraces” de animales o haciéndose
pasar por seres humanos.
Muchas veces
los dioses engendraban hijos con seres humanos. Los
descendientes de esas uniones eran héroes y heroínas
(o semidioses), que tenían
algunas características exclusivas de los dioses y otras de los
mortales. Poseían dones y poderes especiales; pero, a diferencia de los
dioses, eran mortales. Los héroes estaban en contacto con los dioses y se
vinculaban con ellos para que los ayudaran a vencer, con sus poderes,
los obstáculos y las dificultades que se les presentaban.
Algunos de
los muchísimos héroes de la mitología griega son Heracles, Helena y
Eneas. Heracles (Hércules, para los romanos), hijo del dios Zeus y la
mortal Alcmena, tenía una enorme fuerza. Helena, hija de Zeus y
Leda, era famosa por su belleza. Eneas, uno de los héroes que combatieron en la
guerra de Troya, había nacido de la unión de la diosa Afrodita con Anquises, un
mortal.
En la
mitología griega también existen las deidades menores o secundarias,
como las ninfas, las cuales están vinculadas con
diversos elementos de
la naturaleza. Además, son frecuentes las criaturas fantásticas: los
monstruos, como Medusa, o los seres que son mitad animal y mitad
humano, como las sirenas o los centauros.
Prometeo, Pandora, Deucalión y Pirra (el equivalente griego al arca de Noé de la Biblia) Apolo y Dafne, Hércules y la hidra de Lerna, el rapto de Europa, Teseo y el minotauro, Ícaro y Dédalo, Edipo y el enigma de la esfinge, Aracne, Perseo, Orfeo y Ulises forman los 14 mitos relatados en libro Mitos griegos de María Angelidou.
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