STENDHAL
 (1783-1842) . – Pseudónimo de Henry Beyle, la vida de Stehndhal en 
palabras de José María Valverde, podría ser la de un personaje suyo.
 Siguió a Napoleón en su campaña rusa, fascinado por esa figura que sirve
 de emblema a toda su obra. Sus protagonistas tienen mucho de jóvenes 
Napoleones soñando con el dominio del mundo desde la oscuridad del 
teniente en guarniciones de provincias. Un dominio que se pretende 
únicamente para después despreciarlo mejor. 
De estilo lacónico, exacto y
 despectivo, es famosa su afirmación de que leía todas las mañanas una 
página del Código Civil antes de ponerse al trabajo, para tener un 
modelo de claridad expresiva.  
Stendhal, aspiraba a que sus 
novelas
reflejaran la realidad como "un espejo que se pasea por un ancho 
camino". Las notas que caracterizan
 su
literatura son el estilo directo y ágil, gran penetración psicológica y actitud 
objetiva
ante los hechos y personajes de sus obras.

 
Sus dos novelas importantes 
son El rojo y el negro (1831) y La cartuja de Parma 
(1839). 
 El rojo y el negro (también Rojo y negro) narra los intentos del protagonista, Julián
Sorel, por ascender en la escala social. En esta novela Stendhal critica la
hipocresía de la sociedad burguesa, basada en las apariencias.
La cartuja de Parma protagonizada por el joven Fabricio del Dongo, se desarrolla en
Italia, en el ambiente enrarecido por las conspiraciones e intrigas de una pequeña
corte durante los últimos años del imperio napoleónico.
 
 
BALZAC
 (1799-1850).- Trabajador infatigable, excesivo en todo, Balzac se 
propuso, según sus propias palabras “hacerle la competencia al registro 
civil” con la creación de más de 2.500 personajes en un proyecto 
inacabado que titularía La comedia humana y que debía 
comprender 137 novelas agrupadas en ciclos.
  “Pude ver que, en este aspecto, la sociedad se asemejaba a la 
Naturaleza. ¿La sociedad no hace del hombre, según los medios en que su 
acción despliega, tantos hombres diferentes como variedades existen en 
zoología? Las diferencias entre un soldado, un obrero, un administrador,
 un abogado, un ocioso, un sabio, un hombre de Estado, un comerciante, 
un marino, un poeta, un pobre, un sacerdote, son, aunque más difíciles 
de captar, tan considerables como las que distinguen al lobo, al león, 
al asno, al cuervo, al tiburón, al buey marino, a la oveja, etcétera. 
Han existido, pues, y existirán siempre, especies sociales como hay 
especies zoológicas. Si Buffon ha realizado una magnífica obra 
intentando representar en un libro el conjunto de la zoología ¿no estará
 también por hacer una obra del mismo género con respecto a la 
sociedad?”.
                                                                                Prólogo a "La Comedia Humana"
 De filiación napoleónica, en
 principio su posición era tradicionalista y jerárquica. Son bien 
conocidas sus relaciones con la burguesía y la aristocracia de la época y
 su matrimonio un mes antes de morir con la condesa Eveline Hanska con 
la cual había mantenido una larga relación. El resultado de sus 
narraciones es, no obstante, progresista, pues resalta las consecuencias
 del capitalismo mostrando simpatía por los rebeldes y desarraigados.
 La
 ambición de “expresar su siglo” se compagina en Balzac con una 
conciencia de sociólogo que le lleva a ser un infatigable explicador 
aficionado hasta el exceso a interpretarlo todo. Este afán explicativo 
produce, en opinión de José María Valverde, un grave problema de estilo.
No 
debe olvidarse tampoco que Balzac escribía acuciado por las deudas y que
 era habitual que vendiera, cobrara y diera título a obras que ni 
siquiera había empezado a escribir. Stefan Zweig atribuye a esta 
circunstancia la mayor parte de los errores de estilo de Balzac en su 
magnífica biografía del autor. Del mismo modo lo vieron contemporáneos 
como Baudelaire quien dijo que el único defecto que podía atribuírsele 
al gran historiador Balzac era que su “mal método de trabajo” producía 
un estilo difuso y atropellado que daba un tono de borrador a su obra. 
Flaubert, desde su torre de marfil de corrector incansable, dejó caer 
sobre Balzac un juicio demoledor al considerarlo “un inmenso buen hombre
 de segunda fila”.
 La variedad de ambientes, tipos y planteamientos en 
las obras de Balzac es mucho mayor de lo acostumbrado en esa época, pero
 la novela típicamente balzaquiana es la novela psicológico-social, 
centrada en uno o dos caracteres, sobre un fondo absolutamente real. 
 Así, por ejemplo, Grandeza y decadencia de César Birotteau, es 
una verdadera épica del tendero, que sale poco a poco de su quiebra, con
 ayuda del dependiente cojito enamorado de su hija, para terminar 
rehabilitándose y pagando sus deudas en la misma hora de su muerte.
 En Eugénie Grandet
 el conflicto sentimental, con el fracaso de la solterona, no es más que
 un fondo tras la figura del avaro construida con un gran realismo.
Si pinchas AQUÏ  puedes leerla (es bastante breve)
 Papá Goriot 
 llega a alcanzar un tono trágico dentro de su ambiente realista al 
retratar a un viejo absorbido por el amor de sus hijas, que, elevadas en
 la sociedad, no le hacen caso, y al fin recurren a él sólo para sus 
trampas, dejándole morir abandonado.
  Papá Goriot 
 llega a alcanzar un tono trágico dentro de su ambiente realista al 
retratar a un viejo absorbido por el amor de sus hijas, que, elevadas en
 la sociedad, no le hacen caso, y al fin recurren a él sólo para sus 
trampas, dejándole morir abandonado. 
FLAUBERT
 (1821-1880).- Gustave Flaubert introduce un cambio sutil pero profundo 
en la novelística francesa del siglo XIX: sus temas, en ocasiones, son 
los mismo que los de Balzac, pero su posición es fría, dirigiendo su 
crítica no tanto a las estructuras sociales cuanto al individuo mismo.
 Flaubert es un naturalista impasible, que describe sus mundos con la 
inexorable minuciosidad del arte por el arte. 
Es fama que Flaubert escribía muy despacio, 
corrigiendo sin cesar; tanto más meticuloso cuanto más vulgar y 
corriente era el tema que tenía entre manos. Eso es lo que se observa en
 su más famosa novela: Madame Bovary (1857), trabajada durante 
seis años.
 A primera vista, se trata sólo de un “cuadro de costumbres”: 
en el fondo es una amarga sátira contra los sueños románticos. Emma 
Bovary es una provinciana con la cabeza llena de viento, que ha leído 
poco y mal, pero lo bastante para sentirse “incomprendida” y despreciar 
al buen burgués de su marido, terminando por caer en lamentables amoríos
 que ella se esfuerza por poetizar, pero que terminan por imponer su 
vulgaridad. Emma acabará envenenándose con arsénico y muriendo en una 
agonía tan minuciosa y exactamente descrita que el propio autor sintió 
en su propio cuerpo los síntomas mientras escribía.

 
Tras dedicar cinco años a Salammbô,
 historia de amor y de guerra en Cartago, Flaubert vuelve a su realidad 
circundante para trazar un agudo estudio psicológico en La educación sentimental
 (1869). Si bien Flaubert parece humanizarse más en alguna obra menor , 
su tendencia prevalente es siempre la de observar con impasibilidad 
secretamente satírica el esencial ridículo de la humanidad, acentuándolo
 con la misma fuerza de su estilo.