Desde 1997, cada 24 de octubre se
conmemora el Día de la Biblioteca. La propuesta surge de la Asociación
Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, apoyada por el
Ministerio de Cultura, en recuerdo de la destrucción de la Biblioteca de
Sarajevo, incendiada el 1992 durante el conflicto balcánico.
La iniciativa nació para trasladar a la
opinión pública la importancia de la biblioteca como lugar de encuentro
de los lectores de todas las edades con la cultura, y como un
instrumento de mejora de la formación y la convivencia humana.
Cada año se encarga a un escritor y a un ilustrador, ambos de reconocido prestigio, la redacción del pregón y el diseño del cartel
que se difunde entre todas las bibliotecas de España, asociados e
interesados. Este año los seleccionados han sido el
escritor Diego Arboleda (que ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil en 2014 con el estupendo libro Prohibido leer a Lewis Carroll), y la ilustradora Leticia Ruifernández.
Este es el texto del pregón:
Con motivo del Día de la Biblioteca, quiero compartir con vosotros un secreto: el Conejo Blanco casi siempre tiene prisa.
Quizá algunos penséis que esto no tiene mucho que ver con las bibliotecas y que, además, como secreto, deja bastante que desear.
Alicia en el País de las Maravillas se publicó hace 150 años, y
desde entonces los lectores de todo el mundo han sabido que el conejo
llega tarde, demasiado tarde, y por tanto tiene prisa.
Reconoceréis, eso sí, que no es un conejo cualquiera. Que
sepamos, este es el único conejo que usa chaleco y reloj de bolsillo, lo
cual plantea una incógnita: si tiene reloj, ¿por qué siempre llega
tarde? ¿Quién es culpable de la tardanza? ¿El conejo o su reloj? Los
expertos no se han puesto de acuerdo sobre este punto, que ha provocado
graves discusiones entre veterinarios y relojeros. Y si se alude al
chaleco, es aún peor. Solo hay una cosa más peligrosa que una discusión
entre un veterinario y un relojero, y es una discusión entre un
veterinario, un relojero y un sastre. Es mencionar el asunto y se
desenvainan todo tipo de agujas (hipodérmicas, de coser y de reloj).
Así que mejor volvamos al secreto. El Conejo Blanco casi
siempre tiene prisa. Corre porque tiene miedo de que la Duquesa y,
sobre todo, la Reina de Corazones ordenen que le corten la cabeza. Pero
vosotros, que aún conserváis la vuestra, concentraos en ese casi. Es la clave, el secreto mejor guardado del País de las Maravillas.
Casi siempre. ¿Cuándo no tiene prisa el Conejo Blanco? Solo
cuando visita un pequeño edificio escondido tras los árboles del bosque:
la biblioteca.
El conejo se toma su tiempo para curiosear entre las abarrotadas
estanterías. Tiene un libro en mente pero, cuando se acerca a cogerlo,
no puede evitar fijarse en el tomo que lo precede, y en el de más allá
(y, como ya sabéis, en una biblioteca, el libro de más allá es al mismo
tiempo el libro de más acá de otro libro que está a su lado…).
Demasiadas opciones. Lleva tiempo elegir un libro. El conejo sabe que se
encuentra en el hogar de la lectura, y la lectura es un placer que se
disfruta sin prisa.
Aunque nadie haya mencionado antes esta biblioteca secreta, no lo
dudéis, hay una en ese extraño mundo que visitó Alicia. No puede ser de
otra forma. Pues a pesar de contar con el Sombrerero Loco, el Gato de
Cheshire y la Oruga Azul, a pesar de todos los animales fantásticos y
las extraordinarias cosas que allí suceden, todo eso no es suficiente
para ganarse el nombre que ese mundo tiene.
Un lugar nunca podría
llamarse País de las Maravillas si entre sus maravillas no se contara
una biblioteca.
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