domingo, 18 de octubre de 2020

El poema de la semana

Mañana 19 celebramos el Día de las escritoras por lo que el poema de esta semana da voz  a una mujer, a una de esas escritoras  "cuya escritura se refleja el esfuerzo de vivir, la vida trabajada, el cansancio y la voluntad de cumplir, a pesar de las trampas del camino, con una vocación tozuda e intensa":  Carolina Coronado



Carolina Coronado Romero de Tejada (Almendralejo, 12 de diciembre de 1820-Lisboa, 15 de enero de 1911) ) fue una poetisa española de gran notoriedad en su tiempo, a tal punto que se la calificaba como la Bécquer femenina a causa de sus extraordinaria imaginación.

Tanto la vida como la personalidad de Carolina Coronado parecen arrancadas de un cuento de E.A. Poe. Comenzó a escribir poemas a los diez años, con un lenguaje difícil de asociar con esa edad. Por aquel entonces todos sus poemas estaban dirigidos a un tal "Alberto", una especie de personaje imaginario que la acompañó -y obsesionó- durante toda su vida; y a quien le llegó a jurar con solemnidad su amor perpetuo.

Su temperamento romántico era fuertemente acentuado por una catalepsia crónica. Los ataques arrasadores de esta afección llegaban periódicamente con total violencia, a tal punto que la propia Carolina Coronado declara haber "muerto" numerosas veces. El terrible padecimiento que supone semejante enfermedad la llevó a sostener la idea obsesiva de que podría ser enterrada viva, de modo que tomó toda clase de precauciones para que esto no sucediera.

Más aún, su obsesión con ser enterrada viva se trasladó a su marido real, a quien embalsamó y conservó en su casa negándose a darle cristiana sepultura. En sus poemas, la momia de su esposo muerto a veces es mencionada como "el hombre de arriba" o "el silencioso".

Escritora y poeta, dejó su impronta en el siglo XIX pues fue pionera de la igualdad y abrió las puertas del mundo intelectual a las mujeres. Amante del progreso y de los inventos, amiga de la reina Isabel II y cortejada por la élite política y literaria. Famosa por su belleza y elegancia (lo prueba el retrato que le pintó Federico Madrazo y que se conserva en el Museo del Prado), su talento y sus ideas anticonformistas. Con sus escritos y con la denuncia de sus versos, se rebeló ante las injusticias. Y su voz pudo oírse al otro lado del océano cuando, simpatizando con la causa del presidente Lincoln, abanderó la abolición de la esclavitud en América.

Junto a Gertrudis de Avellaneda, fue representante de la poesía femenina de la segunda oleada del Romanticismo en España en el siglo XIX, en unos años en que el espacio poético femenino lo llenaba una figura de tanta fuerza como la de Rosalía de Castro, que casi no dejaba sitio para ninguna más.

 La producción más importante de Coronado es la poética. Sus poemas fueron recogiéndose poco a poco en revistas, y más tarde, en 1843, se recopilaron en un volumen (Poesías) con prólogo de Hartzenbusch. En las posteriores ediciones de 1852 y 1872 se incorporaron nuevos poemas. Sin embargo, hasta hace poco no se ha podido conocer la totalidad de su obra.

Sus poemas más conocidos fueron recogidos en Poesías (1843) o Poesías de la señorita Carolina Coronado (1850).

Su talento como escritora, no estuvo exento de sinsabores por su condición de mujer, en una época en la que las poetas eran consideradas poco menos que “trastornadas”. Fue una figura relevante en su tiempo a la que se le asignó la incómoda etiqueta de miembro del grupo de “poetas menores”.

Os dejo dos poemas de amor "romántico"


El amor de mis amores 

¿Cómo te llamaré para que entiendas 

que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!, 

cuando lleguen al mundo las ofrendas 

que desde oculta soledad te envío? 

Aquí tu barca está sobre la arena; 

desierta miro la extensión marina; 

te llamo sin cesar con tu bocina, 

y no pareces a calmar mi pena. 

Aquí estoy en la barca triste y sola, 

aguardando a mi amado noche y día; 

llega a mis pies la espuma de la ola, 

y huye otra vez, cual la esperanza mía. 

¡Blanca y ligera espuma transparente, 

ilusión, esperanza, desvarío, 

como hielas mis pies con tu rocío 

el desencanto hiela nuestra mente! 

Tampoco es en el mar adonde él mora; 

ni en la tierra ni en el mar mi amor existe. 

¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste, 

o si dentro del mar estás ahora. 

Porque es mucho dolor que siempre ignores 

que yo te quiero ver, que yo te llamo, 

sólo para decirte que te amo, 

que eres siempre el amor de mis amores


  ¡Oh, cuál te adoro!

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día
tu nombre invoco apasionada y triste,
y cuando el cielo en sombras se reviste
aún te llama exaltada el alma mía.

Tú eres el tiempo que mis horas guía,
tú eres la idea que a mi mente asiste,
porque en ti se concentra cuanto existe,
mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento
cuando tu amor me cuentas y deliras
revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
y quisiera exhalar mi último aliento
abrasada en el aire que respiras.





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