miércoles, 8 de junio de 2022

10 supersticiones curiosas sobre el teatro

El mundo de la escena es de natural supersticioso. Hay intérpretes con manías personales muy diferentes -desde quien se santigua antes de pisar la escena hasta quien necesita lavarse los dientes varias veces durante la función-, pero hay una serie de supersticiones y creencias comunes en el mundo de la escena (aunque puedan variar según el lugar y la cultura).

1. El amarillo, color proscrito


La primera de nuestras supersticiones del teatro está relacionada con los colores. Es bien conocido que el amarillo no es el color más indicado para una obra de teatro. Todo lo contrario, este color está proscrito sobre el escenario e incluso tampoco está bien visto por los actores más supersticiosos el hecho de que lo lleve alguien del público.

Pero la mala suerte que se imputa a este color no es casual. El origen se remonta a febrero de 1673, cuando el dramaturgo francés Jean-Baptiste Poquelín, más conocido como Molière, estrenó la obra El enfermo imaginario vistiendo de amarillo. Cuando estaba a mitad de su representación se sintió mal y, poco después, murió en su casa.

Desde entonces se asocia la idea de mala suerte al amarillo hasta tal punto que Óscar Wilde no pudo estrenar su obra Salomé en Gran Bretaña hasta varias décadas tras su publicación. ¿La razón? El autor había planteado una escenografía en unos “terroríficos” tonos amarillos.

Más difícil lo tienen los italianos para elegir vestuario porque, además del amarillo, el color púrpura o morado tampoco tiene muchos adeptos entre los profesionales de la escena.
En este caso, el detonante es que en la Edad Media, durante la Cuaresma, estaban prohibidos los espectáculos y representaciones teatrales, así que en señal de protesta los actores suelen negarse a vestir de este color, ya que era el que usaban los sacerdotes por entonces.

De hecho, aún en la actualidad, hay artistas, como Luciano Pavarotti, que se han negado a actuar en el Teatro Regio de Turín, ya que el techo de la sala es de color. El decorador no estuvo muy acertado.

2. Nada de desear suerte

Si quieres quedar bien con los artistas, te aconsejamos un “Rómpete una pierna” o “Mucha mierda”.

En el siglo XIX, los actores no tenían unos sueldos muy boyantes, así que gran parte de sus ingresos procedían de las monedas que el público les arrojaba tras la función, según el grado de satisfacción con la obra. Como los actores tenían que agacharse a recoger el dinero y doblar la rodilla, nació la expresión “Rómpete una pierna”.

El nacimiento de la expresión “Mucha mierda” es parecido. Hace alusión a los excrementos que dejaban los coches de caballos en los que llegaba el público a una representación. Así, cuantas más deposiciones había en la puerta del teatro, más éxito tenía la obra.

3. No se silba

Sobre el escenario se habla, se canta o se tararea, pero nunca se silba. ¡Pueden llegar a despedirte! ¿Por qué?

Ahora hay innovaciones técnicas que facilitan la comunicación entre actores y equipo técnico, pero cuando la voz era el único modo de hacerse entender, los directores y operarios usaban silbidos codificados para trasladar las órdenes.

¡Imagínate que alguien se pone a silbar en escena! La obra puede ser un desastre: telones cayendo en mitad del pasaje, luces que se apagan o se encienden sin sentido, músicos tocando a destiempo… De ahí que silbar en el teatro esté asociado a la mala suerte. Es una de las supersticiones del teatro que tienen un origen más lógico, por lo tanto.

4. Los claveles, para la feria


Es habitual que los actores y actrices reciban flores antes y después de las representaciones, pero si está en tus planes marcarte este detalle, ni se te ocurra incluir claveles en el ramo, por muy bonitos que te parezcan.

Y es que en el siglo XIX tenía una sutil forma de decirle a los artistas si seguían o no en el elenco. Si el teatro quería renovar la siguiente temporada con el intérprete al final de temporada, les enviaba rosas, mientras que si lo que querían era despedirlo y no contar más con sus servicios, el ramo era de claveles.

5. Rechazo a los espejos


Sabemos que los espejos son el foco de muchas supersticiones y su rotura equivale a siete años de mala suerte.

Sin embargo, en el teatro, su mal agüero va más allá. Según cuentas las supersticiones del teatro no hace falta que el espejo se haga añicos para dar mala suerte, ya que directamente están prohibidos en cualquier representación, aunque también existe una causa más pragmática para esta superstición.

Los directores evitan su uso para que no se produzcan problemas técnicos de iluminación o desorienten a los actores y al público debido a los reflejos. También se impide que más de un artista caiga en el narcisismo y pierda el hilo por estar más pendiente de su imagen.

6. Iluminación siempre


Si eres aficionado al teatro, puedes comprobar que sobre el escenario siempre queda alguna luz encendida, por muy tenue y recóndita que sea.

El motivo de que nunca reine la oscuridad absoluta son las numerosas historias sobre fantasmas que rodean al mundo de la escena.

Dejando un punto de luz sobre las tablas se alejan los espíritus, según la superstición.

7. Prohibido tejer lana


Nada de hacer bufandas o jerséis en los tiempos muertos. La tradición teatral tiene prohibido que los actores o actrices tejan lana en sus camerinos, ya que supone mala suerte para todo el elenco. Sin lugar a duda es una de las supersticiones del teatro más concretas ya que resulta difícil imaginarse que un actor vaya a ponerse a realizar esta actividad en el camerino… 

8. Animales proscritos


Por su semejanza con un ojo, las plumas del pavo real se consideran maléficas y causantes del mal de ojo no sólo en el teatro.

El supersticioso sector de la interpretación no podía dejar pasar la oportunidad de incorporar una nueva creencia y también tiene prohibido usar este elemento decorativo sobre el escenario, ya que, según la tradición, han sido el denominador común en muchos accidentes teatrales
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Tampoco es habitual, salvo para aquellos profesionales que quieren tentar la suerte, decir la palabra “víbora” durante una representación. Si por motivos de guion, aparece este animal, los actores utilizan otros sinónimos para la víbora o la imitan con movimientos del cuerpo.

9. Dormir con el guion

Esta es una de las supersticiones del teatro que ha sobrepasado fronteras y ha llegado hasta otros aspectos de nuestras vidas. Muchos estudiantes también usan esta técnica, para ver si con un poco de suerte consiguen mejorar sus conocimientos de cara a los exámenes.

Se trata de dormir con el libreto, en el caso de los actores, bajo la almohada con la creencia de que así memorizarán antes y mejor su guion durante el periodo de ensayos.

10. Obras malditas


Un grupo de supersticiones del teatro muy habitual es el de las obras malditas. En el mundo de la escena hay varios títulos que suelen causar cierto recelo entre los artistas, pero sin duda la obra maldita por excelencia es Macbeth, a la que incluso se llama “la obra escocesa” o simplemente “la obra”, porque pronunciar su nombre trae mala suerte.

Y si por casualidad se te escapa un «Macbeth» sin querer, hay antídoto para el fatal hechizo: deberás salir de la habitación, cerrar la puerta, girar tres veces sobre ti mismo, escupir al suelo o decir alguna palabra malsonante y pedir permiso para volver a entrar.
El origen de su mala fama surgió el mismo día del estreno, en 1606, cuando el actor que hacía el papel de Lady Macbeth –ya que en esa época no podían actuar las mujeres- enfermó y murió de forma súbita.

Después, en su estreno de 1703 en Londres, Inglaterra fue abatida por una devastadora tormenta. La leyenda fue a más con los numerosos percances sufridos por todo los rincones del mundo durante su puesta en escena, como el protagonizado por Charlton Heston, que sufrió quemaduras en sus piernas.

Hay varias versiones sobre el porqué de la maldición de Macbeth. Una creencia apunta a que Shakespeare incluyó conjuros y maldiciones reales en el libreto; otra señala a un maleficio de las brujas en venganza de cómo eran reflejadas en la obra. También ayuda el hecho de que la obra contenga muchas escenas de lucha, facilitando los accidentes con las armas.


Pasamos de Gran Bretaña a España, porque la zarzuela La Tempestad, de Ruperto Chapí con guion de Miguel Ramón Carrión, también ha dejado un reguero de infortunios desde su estreno y, aunque fue un éxito de estreno en 1882, la desgracia siempre ha acompañado a esta obra, con grandes pérdidas de dinero y actores y directores que no vuelven a encontrar trabajo.

Y a ver quién es el valiente que quiere protagonizar la Leyenda del Beso, de Reveriano Soutullo y Juan Vert. En esta obra, una gitana lee la mano del joven protagonista en el acto II y, según las habladurías, la mala suerte acompaña al actor el resto de su vida, que suele ser corta. De hecho, en algunas funciones se elimina este pasaje por miedo a que se hagan realidad los peores presagios.


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