domingo, 23 de febrero de 2020

El poema de la semana ( XIX)

Esta semana damos voz a unos versos de Miguel Hernández que debían quedar recogidos en una de las placas del memorial del Cementerio de la Almudena de Madrid pero que el Ayuntamiento ha decidido borrar... Se podrán  borrar sus versos pero jamás se podrá borrar su legado universal que pervive en todas las Bibliotecas del mundo.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo’


Así comienza el poema de Miguel Hernández, musicado por Joan Manuel Serrat, a través del cual el poeta da voz a un herido anónimo como símbolo de todos los combatientes heridos de la guerra civil española.


Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.



Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.



Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.



Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.



Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.




Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, destacó en noviembre, con motivo del 109 aniversario de su nacimiento, que el “último libro de Miguel Hernández, Cancionero y romancero de ausencias, es uno de los grandes monumentos a la dignidad humana”. Cuando estalló la Guerra Civil, el poeta decidió tomar parte activa en el conflicto, lo que le obligó a abandonar el país cuando éste terminó.
Miguel Hernández fue descubierto en la frontera con Portugal, donde le detuvieron y sentenciaron a pena de muerte. Y, aunque su condena fue conmutada por una pena de 30 años de prisión, jamás llegó a cumplirla, ya que la tuberculosis acabó con la vida del poeta el 28 de marzo de 1942 en una fría prisión de Alicante.

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