domingo, 1 de febrero de 2015

La novela realista en Francia: Stendhal, Balzac y Flaubert


STENDHAL (1783-1842) . – Pseudónimo de Henry Beyle, la vida de Stehndhal en palabras de José María Valverde, podría ser la de un personaje suyo.
 Siguió a Napoleón en su campaña rusa, fascinado por esa figura que sirve de emblema a toda su obra. Sus protagonistas tienen mucho de jóvenes Napoleones soñando con el dominio del mundo desde la oscuridad del teniente en guarniciones de provincias. Un dominio que se pretende únicamente para después despreciarlo mejor. 
De estilo lacónico, exacto y despectivo, es famosa su afirmación de que leía todas las mañanas una página del Código Civil antes de ponerse al trabajo, para tener un modelo de claridad expresiva.  
Stendhal, aspiraba a que sus novelas reflejaran la realidad como "un espejo que se pasea por un ancho camino". Las notas que caracterizan su literatura son el estilo directo y ágil, gran penetración psicológica y actitud objetiva ante los hechos y personajes de sus obras.


Sus dos novelas importantes son El rojo y el negro (1831) y La cartuja de Parma (1839). 

 El rojo y el negro (también Rojo y negro) narra los intentos del protagonista, Julián Sorel, por ascender en la escala social. En esta novela Stendhal critica la hipocresía de la sociedad burguesa, basada en las apariencias.

La cartuja de Parma protagonizada por el joven Fabricio del Dongo, se desarrolla en Italia, en el ambiente enrarecido por las conspiraciones e intrigas de una pequeña corte durante los últimos años del imperio napoleónico.




BALZAC (1799-1850).- Trabajador infatigable, excesivo en todo, Balzac se propuso, según sus propias palabras “hacerle la competencia al registro civil” con la creación de más de 2.500 personajes en un proyecto inacabado que titularía La comedia humana y que debía comprender 137 novelas agrupadas en ciclos.

  “Pude ver que, en este aspecto, la sociedad se asemejaba a la Naturaleza. ¿La sociedad no hace del hombre, según los medios en que su acción despliega, tantos hombres diferentes como variedades existen en zoología? Las diferencias entre un soldado, un obrero, un administrador, un abogado, un ocioso, un sabio, un hombre de Estado, un comerciante, un marino, un poeta, un pobre, un sacerdote, son, aunque más difíciles de captar, tan considerables como las que distinguen al lobo, al león, al asno, al cuervo, al tiburón, al buey marino, a la oveja, etcétera. Han existido, pues, y existirán siempre, especies sociales como hay especies zoológicas. Si Buffon ha realizado una magnífica obra intentando representar en un libro el conjunto de la zoología ¿no estará también por hacer una obra del mismo género con respecto a la sociedad?”.
                                                                                Prólogo a "La Comedia Humana"

 De filiación napoleónica, en principio su posición era tradicionalista y jerárquica. Son bien conocidas sus relaciones con la burguesía y la aristocracia de la época y su matrimonio un mes antes de morir con la condesa Eveline Hanska con la cual había mantenido una larga relación. El resultado de sus narraciones es, no obstante, progresista, pues resalta las consecuencias del capitalismo mostrando simpatía por los rebeldes y desarraigados.

 La ambición de “expresar su siglo” se compagina en Balzac con una conciencia de sociólogo que le lleva a ser un infatigable explicador aficionado hasta el exceso a interpretarlo todo. Este afán explicativo produce, en opinión de José María Valverde, un grave problema de estilo.
No debe olvidarse tampoco que Balzac escribía acuciado por las deudas y que era habitual que vendiera, cobrara y diera título a obras que ni siquiera había empezado a escribir. Stefan Zweig atribuye a esta circunstancia la mayor parte de los errores de estilo de Balzac en su magnífica biografía del autor. Del mismo modo lo vieron contemporáneos como Baudelaire quien dijo que el único defecto que podía atribuírsele al gran historiador Balzac era que su “mal método de trabajo” producía un estilo difuso y atropellado que daba un tono de borrador a su obra. Flaubert, desde su torre de marfil de corrector incansable, dejó caer sobre Balzac un juicio demoledor al considerarlo “un inmenso buen hombre de segunda fila”.
 La variedad de ambientes, tipos y planteamientos en las obras de Balzac es mucho mayor de lo acostumbrado en esa época, pero la novela típicamente balzaquiana es la novela psicológico-social, centrada en uno o dos caracteres, sobre un fondo absolutamente real. 

 Así, por ejemplo, Grandeza y decadencia de César Birotteau, es una verdadera épica del tendero, que sale poco a poco de su quiebra, con ayuda del dependiente cojito enamorado de su hija, para terminar rehabilitándose y pagando sus deudas en la misma hora de su muerte.




 En Eugénie Grandet el conflicto sentimental, con el fracaso de la solterona, no es más que un fondo tras la figura del avaro construida con un gran realismo.

Si pinchas AQUÏ  puedes leerla (es bastante breve)
  Papá Goriot llega a alcanzar un tono trágico dentro de su ambiente realista al retratar a un viejo absorbido por el amor de sus hijas, que, elevadas en la sociedad, no le hacen caso, y al fin recurren a él sólo para sus trampas, dejándole morir abandonado.

 

FLAUBERT (1821-1880).- Gustave Flaubert introduce un cambio sutil pero profundo en la novelística francesa del siglo XIX: sus temas, en ocasiones, son los mismo que los de Balzac, pero su posición es fría, dirigiendo su crítica no tanto a las estructuras sociales cuanto al individuo mismo.
 Flaubert es un naturalista impasible, que describe sus mundos con la inexorable minuciosidad del arte por el arte.
Es fama que Flaubert escribía muy despacio, corrigiendo sin cesar; tanto más meticuloso cuanto más vulgar y corriente era el tema que tenía entre manos. Eso es lo que se observa en su más famosa novela: Madame Bovary (1857), trabajada durante seis años.

 A primera vista, se trata sólo de un “cuadro de costumbres”: en el fondo es una amarga sátira contra los sueños románticos. Emma Bovary es una provinciana con la cabeza llena de viento, que ha leído poco y mal, pero lo bastante para sentirse “incomprendida” y despreciar al buen burgués de su marido, terminando por caer en lamentables amoríos que ella se esfuerza por poetizar, pero que terminan por imponer su vulgaridad. Emma acabará envenenándose con arsénico y muriendo en una agonía tan minuciosa y exactamente descrita que el propio autor sintió en su propio cuerpo los síntomas mientras escribía.
Tras dedicar cinco años a Salammbô, historia de amor y de guerra en Cartago, Flaubert vuelve a su realidad circundante para trazar un agudo estudio psicológico en La educación sentimental (1869). Si bien Flaubert parece humanizarse más en alguna obra menor , su tendencia prevalente es siempre la de observar con impasibilidad secretamente satírica el esencial ridículo de la humanidad, acentuándolo con la misma fuerza de su estilo.


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