Esta semana proponemos un poema de una autora que, aunque no venga en la Wikipedia, la conocemos bien , se trata de nuestra "teacher" Ana Carmen Roldán.
A Ana Carmen la vemos siempre por los pasillos cargada de libros, "sufrimos" sus pizarras llenas de letras y colores,su "no querer terminar nunca la clase" pero los que la conocemos bien sabemos que su curiosidad e interés por el conocimiento no tienen límites; le apasiona la historia, la arqueología, el cine y el arte, la naturaleza y por supuesto, las lenguas.
Con este poema la vamos a conocer en otra faceta, en otro reto, en otra aventura...
LIBRO DE RECLAMACIONES
El tiempo, sentir la zozobra de lo irrespirable.
Una inspiración que nunca se acaba.
El oído se agranda como sombra que todo lo inunda.
El espacio, un sonido en medio del silencio abrasador.
El engaño, se adivina en plena calle y en todas las esquinas
Un laberinto, que simulando, no respeta decisiones.
Jorge Manrique debe su fama a sus "Coplas a la muerte de su padre", el Maestre
don Rodrigo. Con esta obra quiso el poeta rendir tributo al que fue su ejemplo
en la vida, e inmortalizando al héroe, se inmortalizó a sí mismo. Se trata de
una dolorosa elegía en la que lamenta sentenciosa y melancólicamente la
inestabilidad de los bienes de la fortuna, la fugacidad de las vidas humanas y
el poder igualatorio de la muerte. La virtud personal es lo único que desafía
al tiempo y al destino. Tras una reflexión filosófica con la esperanza de una
vida futura, hace el elogio fúnebre de su padre.
Manrique
basa su poema en el contenido: hace que predomine el pensamiento sobre la palabra,
lo que le convierte en el poeta medieval más influyente en la poesía moderna.
Jorge
Manrique nos ofrece en sus Coplas una serena meditación impregnada de un sentimiento hondo
y sincero, no exento de melancolía, del paso del tiempo, la caducidad de todas las
glorias y bienes mundanos, la inestabilidad de la fortuna y la fuerza
igualitaria de la muerte que no respeta poderes ni riquezas. Pero al mismo tiempo
se exalta los bienes que resisten el paso del tiempo, la inestabilidad de la fortuna
y el poder destructor de la muerte. Son las virtudes que nos abren las puertas
de la eternidad, conquistada con el ejercicio de una vida cristiana ejemplar.
Así el
hombre puede desafiar al tiempo como lo hizo su padre don Rodrigo Manrique.
Métrica
El texto está compuesto por 40 estrofas (coplas) de pie quebrado.Cada copla está compuesta por dos sextillas (6 versos) con rima independiente.
Cada sextilla tiene dos partes de tres versos cada una: 2 versos
octosílabos y uno tetrasílabo (o pentasílabo).
Su fórmula métrica
es por tanto: 8a 8b 4c 8a 8b 4c; 8d 8e 4f 8d 8e 4f:
Había sido
utilizada anteriormente por otros poetas, pero adquirió su mayor difusión con Jorge
Manrique, por lo que ha pasado a denominarse "copla manriqueña".
Temas y
tópicos
En Las
coplas a la muerte de su padre se recoge una constelación de temas procedentes
del complejo cultural elaborado a lo largo de toda la Edad Media. Este bagaje
tradicional sobre el que se construye nuestro poema queda definido por un conjunto
de tópicos en torno a los cuales se articula el pensamiento medieval.
Estos
tópicos consisten en una serie de verdades que, sancionadas por la autoridad de
la Iglesia, eran asumidas con toda sinceridad. Sobre ellos se sustentaba una visión
global del mundo que establecía el cauce del comportamiento humano.
Manrique
lleva a cabo una cuidada selección de estos temas básicos y nos los presenta
formando un entramado que los relaciona hábilmente entre sí. Esta es la razón
de que en su poema se haya querido ver una brillante síntesis de la cultura medieval.Los temas más importantes son los siguientes:
TIEMPO (Tempus
fugit irreparabile)
Siempre
acompañado de la idea de fugacidad, de fluir constante. El presente no existe,
ya que es imposible capturarlo, el futuro se va transformando en sucesivos presentes
inasibles, por lo que al final, todo se reduce al pasado; esto nos introduce al
cultivo de lo espiritual pero no evita la angustia de sabernos de materia
temporal y fugaz.
LA FORTUNA
La Fortuna
es un azar ciego que desencadena las tragedias humanas. Se la representa como
una rueda presurosa e inestable que reparte caprichosamente la felicidad y la
desgracia. Esta es la interpretación pagana que coincide con la de la Antigüedad
Clásica. Pero esta interpretación no es conciliable con el cristianismo, para
el que todos los acontecimientos obedecen a los designios de la Providencia; por
eso algunos poetas la presentan como una delegada de Dios. La imagen que
presenta Manrique se aproxima a la concepción pagana: su naturaleza mudable es un
motivo más para que el hombre rechace los bienes de este mundo.
EL MUNDO (Vanitas
vanitatis y De contemptu mundi)
El Mundo es
un lugar de paso, una morada provisional y ajena donde el hombre tiene la
oportunidad de conseguir la salvación de su alma. Las reflexiones
sobre la vida y la muerte, parten del supuesto de que nada en este mundo posee
auténtico valor; la actitud sabia
consistirá pues en desdeñar todo lo terrenal. Los valores del mundo carecen de
consistencia por estar sometidos a la acción de tres claros enemigos: el
tiempo, la fortuna y la muerte. Lo único cierto es la caducidad de los bienes
terrenales. Los bienes mundanales( belleza,
juventud, fortuna, poder...), con el paso del tiempo y la muerte se terminan,
desaparecen. El mundo es el enemigo del alma y la muerte, la verdadera (la
muerte como tránsito =idea cristiana). El mundo es inmundo.
Sin embargo,
la serenidad con que Manrique enfrenta a la muerte lo aleja del espíritu del
género medieval
De contemptu
mundi (Sobre el menosprecio del mundo), que retrataba la vida como una sucesión
de miserias y presentaba la muerte como una fétida y vergonzosa derrota del
cuerpo.
LA FAMA
Dentro de la
visión teocéntrica de la Edad Media, el hombre sólo encontraba su sentido en la
subordinación a los valores religiosos, de forma que toda labor personal de
mérito, se diluía en la colectividad, de aquí que la mayor parte de autores
quedaran en el anonimato. En el s. XV se afianza una visión antropocéntrica de
la realidad modificándose la perspectiva; las obras se convierten en objeto de
admiración hacia su autor.
Para
Manrique, es la memoria ejemplar que los que mueren legan a los que quedan. Manrique
considera que la virtud es la única defensa no sólo frente a la fortuna, si no
también frente al tiempo y la muerte. La fama, consecuencia de una vida de
honor, vence al tiempo y sobrevive a la muerte. Así, al presentar el retrato de
su padre, insiste en que sus hechos famosos son una consecuencia de su vida ejemplar.
De aquí se desprende la teoría de las tres vidas: la terrenal, la de la fama y
la eterna. De todas formas, la fama también es efímera porque la vence el olvido.
De modo que, la única manera de derrotar a la muerte es con la vida eterna, la
de los bienaventurados en el paraíso.
LA MUERTE
A finales de
la Edad Media, se produce auténtica obsesión por la muerte. Este hecho coincide con el pesimismo provocado por el
desastre económico y demográfico que causa la peste negra y que deja
veinticinco millones de víctimas mortales en Europa a fines del siglo XIV. Las
epidemias y los enfrentamientos bélicos hacen lógico que las gentes pensaran que
su muerte podía ser inminente y que en muchas personas se despertara el deseo de
entregarse a los placeres de la vida antes de abandonarla.
Para evitar
esa reacción hedonista apareció en la segunda mitad del XIV un nuevo espectáculo
a caballo entre el folclore y la literatura: las Danzas de la
Muerte, en las que ésta invita a bailar a diferentes personajes: el rey, el
obispo, el médico, etc.
Es la
muestra del poder igualatorio de la muerte. La presencia de la muerte misma como
personaje pintado con rasgos horripilantes (el esqueleto con la guadaña), que señala
a cada mortal con el dedo. La muerte es el corifeo de una danza macabra en la
que hay que participar inexcusablemente.
Manrique
aprovecha varios de los rasgos de la danza, en particular la caracterización de
la muerte como un personaje alegórico que llama a su padre para
afrontar el duro trance que le espera. Sin embargo, optó por representarla de una
forma más bella que tétrica, como complemento de la vida. Don Rodrigo mantiene un
diálogo tranquilo con la Muerte y no usa el tono rebelde e insolente de los
personajes de las Danzas.
Las Coplas
reflejan la influencia de ciertos manuales prácticos que aparecieron a
principios del siglo XV, las Artes moriendi (Artes de morir), escritos en latín
y que daban consejos para tener una muerte digna y plácida.
Así pues,
Manrique recoge toda la tradición medieval sobre la muerte que había venido
destacando:
•su poder
igualatorio y democrático: la vida discrimina, pero la muerte nos iguala
•su
aparición imprevisible e inoportuna
•su poder
destructor
•su carácter
ineludible
•su imagen
macabra
•su crueldad
Pero,
Manrique supera esa concepción aterradora para darle otra trascendente. Si la
muerte es una realidad incuestionable, el hombre debe:
•aceptarla
con serenidad
•considerarla
como el descanso del mundo,la liberación de las penalidades y la puerta de
la eternidad si has llevado una vida heroica y virtuosa.
Para
ejemplificar con referencias concretas la fugacidad e inestabilidad de los bienes
mundanos recurre a la convención retórica del Ubi sunt? (¿Dónde están los que
vivieron antes que nosotros?) consistente en preguntar por el paradero de poderosos
personajes del pasado inmediato; pero la respuesta es el silencio. Este silencio
representa a lo que han sido reducidos por la Fortuna, el Tiempo y la Muerte: a
la nada.
Estructura y Análisis
Si bien
existen diversos intentos para dividirlas, la más frecuente es la DIVISIÓN TRIPARTITA
(recordemos que el 3 es un nº clave para la numerología medieval). La más
repetida es la que propuso Pedro
Salinas: de lo más general a lo más particular
1) COPLA
I-XIII: es la parte más filosófica. Se inicia el poema con unas consideraciones
de tipo general en torno a la fugacidad de la vida terrenal y la
inestabilidad de las cosas mundanas.
2) COPLA
XIV-XXIV: ejemplificación de los puntos anteriores.
Alude a otro
tipo de vida menos efímera: la vida de la fama y la ilustra con un lucido y
solemne desfile procesional de muertos ilustres perfectamente jerarquizado:
a la cabeza el rey don Juan y detrás toda la corte de grandes señores.
3) COPLA
XXV-XL: Introduce el tercer tipo de vida, la que triunfa sobre las otras dos:
la vida eterna, ejemplificada en Don Rodrigo Manrique. Aquí se produce la
individualización del tema del poema: la muerte. Finaliza pues, con el elogio
particular de don Rodrigo (esta parte se inscribe dentro de la tradición
literaria del panegírico de héroes y soberanos) y el diálogo que mantiene con
la muerte, tras el cual viene la aceptación, la oración final y el paso definitivo.
Esta semana que comienza el mes de noviembre nos sugiere, por la festividad de Todos los Santos y la cada vez más popular noche de Halloween, el tema de la muerte como protagonista de numerosos poemas. Como muestra, hemos elegido esta rima del poeta sevillano Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), ilustre representante delRomanticismo.
En ella, el poeta reflexiona sobre el momento de su propia muerte y la posibilidad de que afronte ese tránsito en soledad y se pierda la memoria de su existencia.
Sin duda es un poema intenso y evocador, muy del gusto romántico, con el sello personal de Bécquer.
Sabemos que nació en Córdoba en 1411. Su presunta condición de converso ha sido discutida. Quedó huérfano desde muy niño. Debió de estudiar en su ciudad natal, hasta que a los veintitrés años se trasladó a Salamanca. Posiblemente, se licenció como maestro en artes. Marchó luego a Italia, tal vez bajo la protección del cardenal Juan de Cervantes; debió de ser un viaje fundamental para su formación humanística. Se ha dicho que regresó pronto a España, hacia 1434. Sin embargo, Beltrán de Heredia, a raíz del hallazgo de unos documentos en el Vaticano, quiere demostrar que estuvo en Florencia en 1442 y 1443 con la corte pontificia y que era clérigo, extremo que no ha sido suficientemente dilucidado.
De regreso a España, fue nombrado secretario de cartas latinas por Juan II y cronista oficial, probablemente en 1444. Era, además, caballero veinticuatro de la ciudad de Córdoba. El resto de su vida se desarrolló en círculos cortesanos donde gozó de gran favor. Se mantuvo siempre fiel al rey Juan II y al condestable Álvaro de Luna, a quien elogió en más de un poema. Sin embargo, cuando éste fue decapitado, aceptó de Juan II una renta anual procedente de los bienes confiscados al condestable. Probablemente se casó dos veces, la última poco antes de su muerte; no tuvo descendencia.
Una vez fallecido Juan II, se retiró de la corte. Murió en Torrelaguna en 1456.
PEDRAZA, Felipe B. y RODRÍGUEZ, Milagros (1984), Manual de literatura española. Edad Media (1), Pamplona: Cenlit.
Fue uno de los mejores latinistas de su época. Compuso numerosas cantigas y decires amorosos de tono intelectual y estilo artificioso. También escribió la Coronación del marqués de Santillana y las Coplas a los pecados mortales. No obstante, su obra más destacada es el Laberinto de Fortuna, conocido también como Las trescientas, por ser éste el número de estrofas que componen la obra. Es un extenso poema en coplas dodecasílabas, de carácter alegórico y, de nuevo, con evidente influjo de la Divina Comedia de Dante. El argumento es sencillo: Juan de Mena es arrebatado en el carro de Belona, la diosa guerrera, tirado por dragones y es conducido al palacio de Fortuna. La Providencia, que acude a recibirlo en una nube muy grande y oscura, le muestra la máquina del mundo, formada por "muy grandes tres ruedas", dos inmóviles (la del pasado y la del futuro, que aparece velada) y una en perpetuo y vertiginoso girar, el presente. En cada rueda hay siete círculos: el de Diana, morada de los castos; el de de Mercurio, de los malvados; el de Venus, lugar donde se castiga el pecado sensual; el de Febo, retiro de los filósofos, oradores, historiadores y poetas; el de Marte, panteón de los héroes muertos por la nación; el de Júpiter, sede de los reyes y príncipes y el de Saturno, solio que ocupa únicamente Álvaro de Luna, privado del rey.
Su afán por crear un lenguaje poético que pusiera la lengua castellana al mismo nivel de solemnidad y perfección que la latina le llevó al uso de cultismos, hipérbatos y alusiones de carácter mitológico, histórico, etc., que hicieron de su lengua poética un modelo de gran dificultad. Un ejemplo, Juan de Mena define el amor con tres adjetivos que hoy nos resultan totalmente desconocidos: “el amor es ficto, vaníloco y pigro” (o lo que es lo mismo:”el amor es falso, de habla vana y perezoso”). Estos tres adjetivos son transposiciones de palabras latinas (fictus, vaniloquus y pigrus) que nunca se incorporaron al léxico castellano.
¿Os interesa saber de qué trata el Laberinto de Fortuna? Fácil, hacéis clic aquí y disponéis de una edición digital de la obra.
¿Os ha intrigado la obra completa de Juan de Mena? Aquí la tenéis enterita, con la Coronación del marqués de Santillana y las Coplas a los pecados mortales.
Fernando de Pulgar en sus Claros varones de Castilla (1486), dejaría de él un expresivo retrato:
"Fue ombre
de mediana estatura, bien proporcionado en la compostura de sus mienbros y
fermoso en las faciones de su rostro [...] Era ombre agudo y discreto, y de tan
grand coraçón que ni las grandes cosas le alteravan ni en las pequeñas le plazía
entender. Era cavallero esforçado y ante de la fazienda cuerdo y templado y
puesto en ella era ardid y osado [...] Fue capitán principal en muchas batallas
que ovo con christianos y con moros, donde fue vencedor y vencido [...]
Governava asimismo con grand prudencia las gentes de armas de su capitanía y
sabía ser con ellos señor y compañero, y ni era altivo en el señorío, ni raes
en la compañía [...] Tenía grand copia de libros y dávase al estudio,
especialmente de la filosofía moral y de cosas peregrinas y antiguas. Tenía
siempre en su casa doctores y maestros con quien platicava en las ciencias y
leturas que estudiava [...] Tenía grand fama y claro renonbre en muchos
reinos fuera de España, pero reputava mucho más la estimación entre los sabios que
la fama entre los muchos".
Íñigo López de Mendoza, conocido como el Marqués de Santillana, fue un hombre de una vasta cultura. Intervino activamente en la corte de Juan II, pero compaginó su vocación política y militar con el cultivo de la literatura. Como poeta utilizó las formas de la poesía culta castellana, pero también se acercó a las formas y a los temas de la poesía italiana.
Entre sus poemas de arte mayor son notables la Comedieta de Ponza (composición en 120 estrofas, con una clara voluntad de imitación de la Divina comedia de Dante), y la Defunción de don Enrique de Villena. Como experimentador de las formas métricas italianas procedentes de Petrarca, llevó a cabo los primeros intentos por introducir el verso endecasílabo en nuestra lengua con sus Sonetos fechos al itálico modo.
En 1437 es enviado a Córdoba y a Jaén, arrebatando a los moros Huelma y Bexia. De sus andazas por estas tierras es su serranilla La vaquera de la Finojosa.
Se conoce como poesía trovadoresca a aquella que fue cultivada por los trovadores entre los siglos XII y XIII. Es expresión del código de valores del “amor cortés”. Estamos hablando, así pues, del primer tipo de poesía cortesana y culta que utiliza una lengua vulgar y también de un hito fundamental en los orígenes de la música profana.
Su influencia en la lírica europea durante los siglos posteriores es enorme pues provoca imitaciones en otras lenguas europeas, sobre todo en francés, catalán, galaico-portugués (cantigas) o alemán (minnesang).
Este tipo de poesía recibe también el nombre de poesía provenzal porque nació en la Occitania, una región que en la Edad Media abarcaba el sur de Francia y cuyo epicentro estaba en la región de la Provenza. Además contaba con un idioma romance propio: el occitano o provenzal.
Los trovadores pertenecían fundamentalmente a la nobleza y fueron músicos y poetas medievales que componían sus obras y las interpretaban acompañadas de música en las cortes señoriales europeas pero no solo por intereses económicos ni de manera ambulante (como los juglares). Los trovadores eran enormemente respetados y había entre ellos desde nobles hasta plebeyo. Su público era, fundamentalmente, una aristocracia cada vez menos guerrera y más refinada.
El primer trovador del que se tiene noticia fue Guillermo de Poitiers (1071-1126) después le siguieron otros muy destacados como Adam de la Halle, Jaufre Rudel, Ricardo Corazón de León o Guillebert de Berneville. Además también los hubo españoles, como el gallego Martín Codax y el catalán Rimbaut de Vaqueiras.
El arte de “trovar” (trovar significa “encontrar”, “hallar”) sólo podía adquirirse mediante el estudio y la creación meditada. El poema trovadoresco era, ante todo, una canción para ser acompañada con el violín o con el arpa. Según el tema, se distinguían diversos subgéneros dentro de la poesía trovadoresca:
Cansó: poesía amorosa de refinada expresión literaria.
Sirventés: poema satírico-burlesco, de ataque personal o crítica moral a la sociedad.
Pastorela: encuentro de un caballero con una bella pastora.
Planto: lamento fúnebre, está considerado el antecedente de la elegía.
Tensó: debate entre dos poetas en torno a un tema común.
En las obras de la poesía trovadoresca domina una nueva concepción amorosa: el amor cortés. Se trata de una adaptación del feudalismo a la relación amorosa entre miembros de la nobleza. Por un lado y con una actitud enteramente pasiva tenemos a la dama (noble y casada en muchas ocasiones), y por el otro al poeta (obediente vasallo enteramente a su servicio) que la ama apasionadamente en secreto, con sinceridad y espíritu caballeresco. Este amor imposible hace sufrir al enamorado, pero también lo perfecciona, pues es un proceso de purificación y espiritualización. Así la dama, muy divinizada, se convierte en inspiradora de las composiciones poético-musicales del trovador.
Aquí tenéis a uno de los primeros trovadores, Marcabrú, con su poema Bel m’es quan li fruch madur:
También hubo mujeres trovadoras, es el caso de Beatriz de Dia, de quien podéis escuchar la composición “Ab et ab joven m’apais”:
A finales del siglo XIII la poesía trovadoresca provenzal comienza a declinar, víctima de su propia perfección formal y de su monotonía temática. Al mismo tiempo, en Italia, la escuela poética florentina , con el llamado dolce still novo, supera ese esquema al introducir ciertas variantes como un mayor análisis psicológico, cierta tendencia hacia la espiritualización de la relación amorosa y la configuración del tópico de la donna angelicata (dama angelical). Aunque se inspiren en mujeres concretas, como sucede en el caso de Dante con Beatrice, la amada se presenta como reflejo de la bondad y la belleza divinas y no como un auténtico ser humano.