"Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.
Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente".
Los que se mantienen fieles al Modernismo, preocupados especialmente por la renovación estética y por lograr un lenguaje sonoro y colorista: RUBÉN DARÍO y MANUEL MACHADO.
Los que se apartan poco a poco del Modernismo en busca de una expresión más honda y personal, de una poesía pura: JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.
Los de la Generación del 98, en quienes la estética deja paso a un compromiso crítico con España y a preocupaciones existenciales, expresadas en un estilo sobrio y directo: ANTONIO MACHADO, PÍO BAROJA, MIGUEL DE UNAMUNO, JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ ‘AZORÍN’, RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN.
Así pues, se define el Modernismo como un movimiento artístico y literario que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX, que surgió entre un grupo de escritores hispanoamericanos y españoles como reacción al materialismo y la vulgaridad del mundo burgués, y al arte realista y naturalista. El Modernismo se caracterizó por su culto a la belleza y a la sensualidad, y el género más cultivado fue la poesía.
Los
modernistas recurren, pues, a nuevas fuentes de inspiración, de carácter
antirrealista:
La
fantasía: Desde el París bohemio y cosmopolita de principios del siglo XX, se
alimentan del paganismo de la mitología clásica, del exotismo de las culturas
oriental y nórdica, del primitivismo legendario de la Edad Media y de la
galantería del Versalles del siglo XVIII.
La intimidad de inspiración romántica, que brota, bajo la sensualidad y la elegancia formal de sus versos, teñida de melancolía y disfrazada con los ropajes de lo otoñal, lo crepuscular, lo nocturno o lo decadente.
Un léxico culto, con vocablos nuevos, exóticos, brillantes, alejados de la lengua común, junto a arcaísmos y extranjerismos; abundan en los poemas adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos variados, atrevidas sinestesias; palabras esdrújulas, ambientes evocadores: jardines, fuentes, estanques; animales elegantes o fabulosos: unicornios, dromedarios, centauros, cisnes, pavos reales, dragones; personajes reales o mitológicos: ninfas, sátiros, efebos, bacantes, sirenas.
Un estilo repleto de palabras sugerentes de las sensaciones que otras artes consiguen a través de la luz, el color o el sonido. Se alude a colores llamativos o delicados: azul, añil, púrpura, granate, oro, rubí, zafiro, marfil, ébano; a efectos sonoros, mediante aliteraciones o referencias a instrumentos musicales: arpa, lira, flauta, pífano, clave, piano; se recrean olores exquisitos y aromas refinados mediante flores y plantas: rosas, claveles, lirios, nardos, jazmines, nenúfares, sándalo, incienso.El deseo de musicalidad llevan a una gran variedad métrica: se experimenta con estrofas, versos, acentos y rimas en la búsqueda de la originalidad y ritmo: abundan los versos alejandrinos, dodecasílabos, eneasílabos y versos libres. Predominan los sonetos, las silvas, los serventesios, y también los de la lírica popular como los romances o las coplas.
En
cuanto a las figuras retóricas, aparecen frecuentemente todas las que impliquen
repetición: aliteraciones y onomatopeyas en el plano fónico; paralelismos, anáforas
o enumeraciones, en el morfosintáctico; y metáforas o antítesis en el
semántico.
Del
romántico VÍCTOR HUGO aprenden los efectos sonoros.
A
los poetas parnasianos les deben los temas históricos y legendarios, la riqueza
de metros y rimas y las alusiones mitológicas.
De
los simbolistas, especialmente de PAUL VERLAINE, toman el gusto por las
sensaciones: la música tenue, la emoción delicada y el intento de armonizar
colores, sonidos, perfumes, etc., es decir, el llamado “sincretismo de las
artes”.
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