viernes, 11 de marzo de 2022

El Modernismo

En 1912 Benito Pérez Galdós pronunciaba un discurso  que relejaba la situación política de la época:

"Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este Régimen, atacado de tuberculosis étnica, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental.

Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente".

En este clima generalizado de desánimo y atonía cultural, jóvenes autores de América y de España se enfrentan a los últimos coletazos de la literatura realista. A estos escritores se les llamó despectivamente “modernistas”, denominación que ellos consideraron acorde con su intención provocadora y antirrealista. 
Con el tiempo, acabarán diferenciándose en varias corrientes, con una raíz común, pero con distintas actitudes:

Los que se mantienen fieles al Modernismo, preocupados especialmente por la renovación estética y por lograr un lenguaje sonoro y colorista: RUBÉN DARÍO y MANUEL MACHADO.

Los que se apartan poco a poco del Modernismo en busca de una expresión más honda y personal, de una poesía pura: JUAN RAMÓN JIMÉNEZ.

Los de la Generación del 98, en quienes la estética deja paso a un compromiso crítico con España y a preocupaciones existenciales, expresadas en un estilo sobrio y directo: ANTONIO MACHADO, PÍO BAROJA, MIGUEL DE UNAMUNO, JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ ‘AZORÍN’, RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN.

Así pues, se define el Modernismo como un movimiento artístico y literario que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX, que surgió entre un grupo de escritores hispanoamericanos y españoles como reacción al materialismo y la vulgaridad del mundo burgués, y al arte realista y naturalista. El Modernismo se caracterizó por su culto a la belleza y a la sensualidad, y el género más cultivado fue la poesía.

                                                                                  Los temas del Modernismo

 El Modernismo, movimiento encabezado por el nicaragüense RUBÉN DARÍO, supuso una profunda renovación de la poesía hispánica, tanto en los temas como en el lenguaje. Los modernistas se inspiran en los poetas franceses de finales del siglo XIX, como Baudelaire, Verlaine y Rimbaud, en su intento de lograr la perfección formal y una armonía y sonoridad de los versos con los que apresar el misterio que se esconde tras la realidad.

Los modernistas recurren, pues, a nuevas fuentes de inspiración, de carácter antirrealista:

La fantasía: Desde el París bohemio y cosmopolita de principios del siglo XX, se alimentan del paganismo de la mitología clásica, del exotismo de las culturas oriental y nórdica, del primitivismo legendario de la Edad Media y de la galantería del Versalles del siglo XVIII.

La intimidad de inspiración romántica, que brota, bajo la sensualidad y la elegancia formal de sus versos, teñida de melancolía y disfrazada con los ropajes de lo otoñal, lo crepuscular, lo nocturno o lo decadente.

        La estética modernista

 La búsqueda de la belleza lleva a los escritores modernistas a una renovación del lenguaje poético mediante la utilización de numerosos recursos:

Un léxico culto, con vocablos nuevos, exóticos, brillantes, alejados de la lengua común, junto a arcaísmos y extranjerismos; abundan en los poemas adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos variados, atrevidas sinestesias; palabras esdrújulas, ambientes evocadores: jardines, fuentes, estanques; animales elegantes o fabulosos: unicornios, dromedarios, centauros, cisnes, pavos reales, dragones; personajes reales o mitológicos: ninfas, sátiros, efebos, bacantes, sirenas.

Un estilo repleto de palabras sugerentes de las sensaciones que otras artes consiguen a través de la luz, el color o el sonido. Se alude a colores llamativos o delicados: azul, añil, púrpura, granate, oro, rubí, zafiro, marfil, ébano; a efectos sonoros, mediante aliteraciones o referencias a instrumentos musicales: arpa, lira, flauta, pífano, clave, piano; se recrean olores exquisitos y aromas refinados mediante flores y plantas: rosas, claveles, lirios, nardos, jazmines, nenúfares, sándalo, incienso.

El deseo de musicalidad llevan a una gran variedad métrica: se experimenta con estrofas, versos, acentos y rimas en la búsqueda de la originalidad y ritmo: abundan los versos alejandrinos, dodecasílabos, eneasílabos y versos libres. Predominan los sonetos, las silvas, los serventesios, y también los de la lírica popular como los romances o las coplas.

En cuanto a las figuras retóricas, aparecen frecuentemente todas las que impliquen repetición: aliteraciones y onomatopeyas en el plano fónico; paralelismos, anáforas o enumeraciones, en el morfosintáctico; y metáforas o antítesis en el semántico.

      Influencias

 Aunque los escritores modernistas admiran y recuperan a los grandes poetas españoles del pasado (Gonzalo de Berceo, Jorge Manrique, Góngora…), las mayores influencias las reciben de Francia:

Del romántico VÍCTOR HUGO aprenden los efectos sonoros.

A los poetas parnasianos les deben los temas históricos y legendarios, la riqueza de metros y rimas y las alusiones mitológicas.

De los simbolistas, especialmente de PAUL VERLAINE, toman el gusto por las sensaciones: la música tenue, la emoción delicada y el intento de armonizar colores, sonidos, perfumes, etc., es decir, el llamado “sincretismo de las artes”.




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