"Las primeras palabras que escribió Sara en aquel cuaderno de
tapas duras que le había dado su padre fueron río, luna y libertad, además de
otras más raras que le salían por casualidad, a modo de trabalenguas, mezclando
vocales y consonantes a la buena de Dios.
Estas palabras que nacían sin quererlo ella misma, como flores silvestres que no hay que regar, eran las que más le gustaban, las que le daban más felicidad, porque sólo las entendía ella. Las repetía muchas veces, entre dientes, para ver cómo sonaban, y las llamaba “farfanías”. Casi siempre le hacían reír.
– Pero ¿de qué te ríes? ¿Por qué mueves los labios? – le
preguntaba su madre, mirándola con inquietud.
– Por nada. Hablo bajito.
–
¿Pero con quién?
–
Conmigo; es un juego. Invento farfanías y las digo y me río, porque suenan muy
gracioso.
–
¿Que inventas qué?
–
Farfanías
-
¿Y eso qué quiere decir?
–
Nada. Casi nunca quieren decir nada. Pero algunas veces sí.
–
Dios mío, esta niña está loca.
Sara
fruncía el ceño.
-Pues
para otra vez no te cuento nada. ¡Ya está!
Rod
no tenía el menor complejo de superdotado. Le estorbaba todo lo que tuviera que
ver con la letra impresa, y a Sara nunca se le ocurrió compartir con él el
lenguaje de las farfanías, que ya al cabo de los cuatro primeros años de su
vida contaba con expresiones tan inolvidables como “amelva”, “tarindo”,
“maldor” y “miranfú”. Eran de las que habían sobrevivido.
Porque
unas veces las farfanías se quedaban bailando por dentro de la cabeza, como
un canturreo sin sentido. Y esas se evaporaban en seguida, como el humo de un
cigarrillo. Pero otras permanecían tan grabadas en la memoria que no se podían
borrar. Y llegaban a significar algo que se iba adivinando con el tiempo. Por
ejemplo, “miranfú” quería decir “va a pasar algo diferente” o “me voy a llevar
una sorpresa”.
Carmen
Martín Gaite.Caperucita en Manhattan
Así canta Guillermo Cabrera Infante, en Tres tristes tigres, sus "Borborigma Darii" todo un poema con farfanías.
Leedlo en voz alta para percibir su sonoridad. Después, intentad
escribir otro, más breve, con la misma técnica.
"Maniluvios
con ocena fosforecen en repiso.
Catacresis repentinas aderezan
debeladas
maromillas
en que aprietan el orujo y la regona,
y
esquirazas de mili rebotinan el amomo.
¿No hay
amugro en la cantoña para especciar el gliconio?
Tufararas
vipasanas paloteabean el telefio.
La reata
de encellado, ¿no enfoscaba el propíleo?
¡Ah,
cosetanos bombés que revulsan en limpión!
Tunantada
enmohecida se fulmina en la diapente.
Pastinacas de
diapreas opositan
el frimario mientras pecas
de satirio
afollaban los fosfenos del
litófago en embrión.
¡No hay marisma!
Los ibídemes de prasma
refocilan
en melindres y a su lado
la gumía jaraneaba un notocordio
en trisagios de silbón.
Gurruferos malvaviscos
juntamente en metonimias
desancoraban la gubia
para pervertir la espundia
y abatanar el cachú.
¡No hagan olas!
Cachondeos poliglotos
prefacionan el azur
y amartelan el rehílo de
alcatifas en palurdo,
otrosíes de la fullona
dorada en el conticinio
¡Vale reis!
¿No entrelinean el
dilúculo?
¡Prior pautado!
Volapiés de sonajeros
atafagan el boquín
y en las dalas, en las
dalas de Gehenna
recurvan los borborigmos
de la simonía de abril."
Desde que estuvimos en aquel huligante farán
ResponderEliminarno acabo de socrentar cómo fue que gólidamente
te fuiste de mis ovidias que quedaron rotartás,
pues sin tomnisión olvidaste ese día abluamente.
¿Por qué fuiste tan hajiosa?
¿Siempre gurreas estas vanías?
Creo que fuiste una bachosa,
ahora solo zarbenta estas farfanías.
¿Qué padezco en mis almorezcos?
ResponderEliminar¿Quién me aflige estos lorezcos?
¿Será almol lo que padezco?
No es almol lo que padezco,
será odio lo que almorezco.
¿Por qué tanto odio hacia mí?
¿Por qué te almojarazte?
Ya sé, tu me hulijostaste.
No sé si tu me obliaste
o me acojarolaste.
Carmen García Guerrero 2 ESO E
ResponderEliminarNo se si tu olmojorreas,
tampoco si farfaneas o
incluso si ticorreas.
Pero sé que aunque te chirrimbeas,
tu siempre te lorandeas.