Terminadas las vacaciones de Semana Santa aquí van cuatro propuestas de planes de ocio para las próximas vacaciones porque los amantes de la lengua no sólo viven de libros sino que también necesitan salir de ver en cuando a tomar el aire y a que les dé el sol.
Mundolingua, el museo de la lengua en París
Escondido en un rincón del distrito sexto
de París, entre los jardines de Luxemburgo y el bulevar Saint Germain-des-Prés, a solo un paseo de Notre Dame, Mundolingua espera ser descubierto por el apasionado de la lengua.
Acogedor y diminuto, no es solo un museo, es toda una declaración de amor hacia la lengua y las lenguas.
La exposición tiene dos plantas, muy
diferentes entre sí y que estructuran la visita. El paseo por la planta
superior nos acerca a las características del lenguaje en términos generales, a
las capacidades humanas que permiten la comunicación lingüística y nos permite
acercarnos de forma amena y cercana a las facetas teóricas de la lingüística
pura y dura (fonética, fonología, morfología, sintaxis, semántica).
La planta
sótano se centra en las lenguas en concreto y aborda cuestiones como el origen
y la evolución de los idiomas, las lenguas en peligro de extinción, el
imperialismo lingüístico o los distintos sistemas de escritura.
A través de
tablones explicativos y paneles experimentales,el
visitante puede zambullirse en los árboles de familias lingüísticas, descubrir la
evolución de las palabras, aprender sobre el lenguaje de las abejas, conocer
las áreas del cerebro encargadas de procesar el lenguaje, leer sobre los
manuscritos del mar Muerto o admirar una réplica de la máquina Enigma.
Mundolingua lleva en funcionamiento desde 2013 y es producto del trabajo de Mark Oremland, un lingüista neozelandés afincado en París, y la filóloga checa Ilona Poňavičová junto a un grupo de lingüistas e investigadores convencidos de que era necesario hacer un museo que acercase la lengua y la lingüística al gran público. El resultado es una preciosidad de exposición que demuestra que hay muchos museos por descubrir en París más allá del Louvre o el Orsay.
San Millán de la Cogolla, La Rioja
Estamos en el siglo X, en el monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja. Un monje copista trabaja con entrega sobre un códice en latín, una lengua que, aunque habitual en los documentos, hace ya varios siglos que no usa la población general. "Este pasaje no se entiende nada, piensa el monje mientras trabaja, mejor voy a poner en cristiano lo que dice este trozo". Y ni corto ni perezoso, anota en el margen del códice la traducción del fragmento a la lengua que habla el pueblo. Muchos siglos después, esas anotaciones hechas al margen por un monje para aclarar el significado de un texto escrito en un idioma que ya no se entendía serían bautizadas como las Glosas Emilianenses.
Las Glosas Emilianenses son uno de los fetiches
lingüísticos más venerados: durante décadas han sido consideradas la primera
manifestación textual del castellano (y también del euskera). Aunque no
exactamente: ni son las más antiguas (los Cartularios de Valpuesta, en Burgos,
se adelantaron a nuestro copista riojano), y ni siquiera son castellano, sino
navarro-aragonés, otra de las lenguas hijas del latín y hermana del castellano
(pero no castellano).
Aun así, el monasterio de San Millán de la
Cogolla bien merece una visita y el enclave es espectacular. Consta de dos
monasterios: San Millán de Suso, más antiguo y recoleto, que está situado en lo
alto de la colina, y San Millán de Yuso, mucho más grande y monumental, situado
a los pies de la colina
La sala de lectura del
Museo Británico, en Londres
La British Library (la Biblioteca Nacional
Británica) estuvo integrada dentro del edificio del Museo Británico hasta 1997.
A pesar de que tanto el fondo documental como la institución en sí están hoy en
día en un edificio nuevo en el barrio de St.Pancras, la antigua sala de lectura
de la British Library aún se puede visitar como parte del Museo Británico. Y
merece mucho la pena asomarse.
Es una sala impresionante y señorial,
cubierta por una enorme cúpula y con paredes repletas de estanterías y
archivos.¡Imaginad a Karl Marx, a Virginia Woolf o a Mark Twain
deambulando por los pasillos y trabajando en los pupitres!
Si continuamos la visita hacia el museo y nos adentramos por
las galerías de la exposición, encontraremos a tan solo unos metros de la
entrada de la sala de lectura entre flashes y hordas de turistas la vitrina que
exhibe la piedra Rosetta, cuya inscripción en griego, demótico y
jeroglífico fue clave para poder descifrar la lengua jeroglífica. Todo un
emblema lingüístico.
Circulus Latinus Matritensis
Grupos
de intercambio lingüístico hay muchos. Son quedadas para hablar en otra lengua
y resultan una buena manera de practicar idiomas y conocer gente. Están muy
extendidas por medio mundo y es fácil encontrarlas en distintas ciudades, sobre
todo en aquellas con cierta presencia internacional.
Lo que
no es tan habitual es encontrar grupos de intercambio lingüístico… de latín. El Circulus Latinus Matritensis
es una comunidad de entusiastas de las lenguas clásicas que se reúnen periódicamente los sábados en la Residencia
de Estudiantes de Madrid para hablar en latín. El círculo existe desde
1997 y se puede seguir su andadura a través de su página web (enteramente en latín) y en su grupo de Facebook (o Prosopobiblio, como ellos lo llaman). Toda
una experiencia lingüística para quien quiera comprobar que el latín no está muerto…
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