Nuevo portal del Quijote de la Biblioteca Nacional de España, que
permite acceder a más de 3.300 ediciones en más de 40 lenguas, con sus
traducciones, adaptaciones y selecciones.
Para facilitar la consulta, el portal dispone de un buscador que permite realizar búsquedas tanto por adaptadores, ilustradores, traductores, como por diferentes lenguas o variantes. Además, permite filtrar por contenidos digitalizados, pudiendo acceder directamente a las versiones digitales de las obras.
Ediciones en castellano
Desde la primera edición de la Primera Parte por Juan de la Cuesta en 1605, las ediciones en castellano de Don Quijote de la Mancha
están ampliamente representadas en la colección cervantina de la
Biblioteca Nacional de España. La institución posee uno de los
veintisiete ejemplares de la prínceps
conservados en todo el mundo y, de las ediciones posteriores, un
ejemplar al menos de cada una de ellas, lo que da lugar a una de las
colecciones cervantinas más importantes en la actualidad.
En ella se encuentran la segunda edición del mismo año por el mismo impresor, las impresas también en 1605 en Lisboa y Valencia, las que vieron la luz en Bruselas (1607 y 1611) y Milán (1610), la tercera de Juan de la Cuesta en Madrid (1608)… Y la Segunda Parte de 1615, junto a las ediciones de nuevo de Valencia, Lisboa y Bruselas, hasta la publicación conjunta por vez primera de las dos partes en Barcelona en 1617.
Estas y las posteriores, hasta la actualidad, permiten reconstruir el éxito de una obra que ha continuado hasta
hoy día. Podemos hacer un recorrido por las que supusieron un hito en la
historia editorial del Quijote: en el siglo XVIII, la edición castellana de Tonson de 1738, acompañada de la Vida de Cervantes de Mayans i Siscar; la edición de la Real Academia Española de 1780, de Joaquín Ibarra, con otra Vida de Cervantes, esta vez de Vicente de los Ríos, que añadió además un Análisis del Quijote; la de la Imprenta Real de 1797-1798; y las dos de Gabriel de Sancha (1797-1798 y 1798-1800), a cargo de Juan Antonio Pellicer.
En el siglo XIX asistimos a la publicación de importantes ediciones, a cargo de Clemencín y Navarrete (1819), Clemencín (1833-1839) y Hartzenbusch (1863), así como a la primera edición facsímil
de la obra (1871-1879) como consecuencia de la introducción de la
foto-tipografía en España a cargo del coronel Francisco López Fabra,
cuyo entusiasmo contagió a un amplio número de seguidores que
convirtieron el acontecimiento en un capítulo importante del cervantismo
español.
Ingresadas por Depósito Legal a partir de 1958 están presentes las
ediciones españolas de los siglos XX y XXI que, reeditadas numerosas
veces, constituyen referencia obligada para el lector o investigador que
quiera acercarse a una edición cuidada de la obra, como las de
Florencio Sevilla y Antonio Rey, publicada por el Centro de Estudios
Cervantinos en 1993, o la de Francisco Rico, por el Instituto Cervantes
de 2004, por poner dos de los ejemplos más relevantes. De las anteriores
a la fecha de implantación del Depósito Legal, no faltan las anotadas
por Cortejón, Rodríguez Marín, Schevill y Bonilla, Justo García Morales,
Martín de Riquer, Vicente Gaos…
Junto a todas estas obras, la Biblioteca Nacional de España alberga
también una importante muestra de ediciones ilustradas desde el comienzo
de la aventura editorial del Quijote, pasando por la magistral edición de la Real Academia Española de 1780,
impresa por Joaquín Ibarra e ilustrada por los principales dibujantes y
grabadores de la época, como José del Castillo, Antonio Carnicero,
Jerónimo Gil o Manuel Salvador Carmona; la de Gabriel Sancha de 1797-1798,
con ilustraciones de José Ximeno, Agustín Navarro, José Camarón o Luis
Paret y Alcántara; las ilustradas del siglo XIX, españolas o
extranjeras, con los dibujos de Tony Johanot, Celestin Nanteuil, Luis Madrazo, Gustave Doré, Ricardo Balaca, Apeles Mestres, Moreno Carbonero,
Laureano Barrau… ; y las más modernas, desde Urrabieta Vierge a Paul
Rerst, Teodoro Miciano, José Narro, Gregorio Prieto o Salvador Dalí,
entre otros muchos.
Ediciones en otras lenguas
Es inevitable recordar a ese traductor anónimo que
menciona Cervantes y gracias al cual la historia escrita por Cide Hamete
Benengeli pudo llegar a sus oídos y hacer posible que el relato se
convirtiera, en manos de ese “segundo autor” que fue Cervantes, en una
de las obras cumbres de la literatura universal.
El Quijote fue traducido por primera vez al inglés poco
después de publicarse la primera edición en español, en 1605. Fue Thomas
Shelton el traductor, en 1612, y 1620 publicaría la traducción de la Segunda parte. Cesar Oudin publicó la suya al francés
en 1614 y François de Rosset la de la Segunda parte en 1618. Esta
inmediatez demuestra el enorme éxito que la obra tuvo nada más
publicarse, como también lo demuestran las seis ediciones que vieron la
luz el mismo año de 1605.
A la versión inglesa de Shelton le siguieron las de Motteux, Jarvis y
Ormsby. A las de Oudin y Rosset, las de Filleau de Saint-Martin,
Florian y Viardot.
A continuación se tradujo al italiano, por Franciosini en 1622, y al alemán, por Pahsch Bastel von der Sohle,
en 1648. El hecho de que se leyera en la lengua original o a través del
francés, inglés o alemán, hizo que las traducciones a otras lenguas
europeas fueran mucho más tardías, siendo la primera de ellas el neerlandés, en 1657.
Las traducciones del Quijote están en relación con la
situación política de los países europeos en la época y la categoría de
sus lenguas y el prestigio de que gozaban. De ahí que las primera
lenguas a las que se tradujo fueran el inglés, francés, alemán e
italiano y que, dentro de estas, el francés (la más importante en los
siglos XVII y XVIII como vehículo de comunicación) sirviera como base
para muchas traducciones posteriores en lugar del castellano original,
especialmente a las lenguas eslavas.
Italiano Ruso Japonés
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